Hace unos días os conté como empezó mi vocación poética de niño, tras caer en mis manos un libro de Manuel Acuña. Ahora os voy a contar la anécdota de como Miguel Hernández llegó también a mi vida y a mi obra literaria.
En el año 1977, acababa de estudiar delineación, y alguna tarde me iba a hacer prácticas a un estudio de arquitectura que había en la C/ Aparisi y guijarro, sin cobrar claro. Tenía 17 años y recuerdo, que uno de los asiduos del estudio, era el cantautor Paco Muñoz (Compañero de Ovidi, Raimón, Llach, etc.). Recuerdo que esa tarde Paco me sorprendió dibujando las tapas de un libro que yo quería publicar, recuerdo el título "Canto a mi tierra". Le hizo gracia que yo con 17 años estaba diseñandome la portada de aquel hipotético libro.
Al cabo de dos o tres semanas, apareció otra vez en el estudio de arquitectura y me trajo un pequeño regalo; una cinta casette del nuevo disco de Serrat, cantando a Miguel Hernández.
Me quedé maravillado a partes iguales, tanto de la voz y música de Serrat como de la poesía pura y sentida de Miguel Hernández.
A los pocos meses, un amigo de adolescencia pero no de travesuras, por que siempre que íbamos a su casa estaba estudiando, leyendo o maquinando cultura, Miguel Catalán, hoy día escritor de éxito y Catedrático en la Ceu Cardenal Herrera de Moncada, me regaló en su casa, un pequeño libro. Sabía que yo escribía poesía hacía ya varios años y como digo, me regaló un minúsculo libro, que destartalado y roto, lo conservo como un incunable en mi librería. Ese libro decía "Miguel Hernández" POEMAS, de Plaza y Janés, edición de 1974.
En fin, la vida está llena de casualidades y anécdotas, pero fue de esta forma como aprendí a amar y a respetar la poesía de Miguel Hernández y Manuel Acuña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario